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Globalización Cultural

Globalización cultural: todo comenzó por el fin 
Por: Andrea Rangel Salamanca 
“El conocimiento tiene que ver con la evolución de la técnica y las ciencias, y la  cultura es algo anterior al conocimiento, una propensión del espíritu, una  sensibilidad y un cultivo de la forma que da sentido y orientación a los  conocimientos.” Mario Vargas Llosa 
Detrás de las inquietudes sobre globalización de Susan Strange, una de las autoras  que comentaré hoy, se expone el sentimiento a veces confuso y disperso de lo que  se entiende por cultura. Esta palabra se discute en el terreno artístico, pero avanza  paralelamente por otra orilla, aquella que proviene, como lo decía el nobel peruano  Vargas Llosa, anterior al conocimiento. Para ser más precisos, Edward B. Tayler  (1871) define a la cultura como: «todo complejo que incluye el conocimiento, las  creencias. El arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos  y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad».  
Justamente, el presente ensayo busca reproducir una preocupación personal que  identifico en varios autores, relacionada con esa definición de cultura y 
globalización, sobre todo en Strange, particularmente en «La retirada del Estado» o  en «Casino capitalism», al mismo tiempo que en autores como David Held y su libro  «Transformaciones globales» y Mario Vargas Llosa en el ensayo «La civilización de  espectáculo», entre otros.  
Decía que Strange expone una inquietud relacionada a la globalización con la  cultura, precisamente porque tácitamente habita entre nosotros la suposición que  únicamente hablamos de economía, política o relaciones internacionales. De hecho,  la cultura vista desde Taylor u otros autores de la misma línea teórica, nos sugiere  que detrás de todo intercambio de conocimiento o materia, habrá también  intercambio cultural. Esto, bajo el momento en que vivió Taylor, es solo un  pequeñísimo porcentaje de lo que sucede hoy y de hace cerca de veinte años en  Strange.  
Por demás, la globalización en el marco del debilitamiento de los Estados se  relaciona con un punto en las dimensiones de la cultura. No solamente porque una  vez instaladas concepciones y dinámicas de la globalización el mercado abrió sus  puertas y ventanas hasta más no poder, la cultura es algo que, paradójicamente, ha  tomado dos caminos distintos.  
En primer lugar, por el debilitamiento al que apunta Strange relacionado con la  praxis de la política y el poder, pero que conserva rasgos distintivos de la cultura de  cada país que son inamovibles. Allí, a mi juicio, el debilitamiento institucional, incluso  financiero a nivel privado, no permea los elementos clavados a la sociedad misma  de cada país, que, aunque muchos no quieran relacionar, sí tiene que ver con la  globalización. Me explico. Las ideologías, creencias, costumbres e intercambios  culturales de una sociedad, también rigen el camino o el horizonte a la hora de hacer 
efectiva alguna decisión política que vincula a la economía, por supuesto, pero  también todo el universo social de cada país.  
Por otro lado, curiosamente, la misma fijación de la cultura en cada país, también  abre la posibilidad a que en cualquier momento se modifique o estrangulen  elementos propios de la cultura. Esto quiere decir, por ejemplo, que la globalización  ha permitido avances significativos en el acercamiento cultural de cada país, pero  al mismo tiempo de manera estratégica, dialoga para que una marca como Coca  Cola o McDonald, tenga el mismo nivel de aceptación en un país de Medio Oriente  o América Latina. Ahora bien, inteligentemente estas transnacionales, no  multinacionales como lo señala Strange, dialogan estratégicamente con cada  cultura según las necesidades impuestas por el mercado, pero también, y aquí es  importante la cultura, con la sociedad misma.  
En otras palabras, lo que se consume en el MacDonald de Alemania no es lo mismo  que en el de China ni mucho menos que en Colombia. Aunque algunos países  latinoamericanos son herederos de una primera imposición transnacional de estas  marcas y sus dinámicas, al mismo tiempo en el oriente de Europa, por ejemplo, ese  primer acercamiento globalizado se hace efectivo, pero en un segundo paso  necesariamente dialoga con las dinámicas de cada sociedad, es decir, insisto, con  sus costumbres, creencias y cultura.  
Sobre todo, lo anterior apunta como un ejemplo materialmente identificable en  países como Corea del Sur y la distancia cultural, no geográfica, por supuesto, con  Corea del Norte. Este mismo ejemplo puede materializarse entre Rusia con  Alemania o Francia y España. 
Cultura, no espectáculo  
Es necesario reconocer que la globalización ha permitido que las fronteras del  mundo cultural, es decir, también la cultura intrínseca pero las artes como eje, hace  que el camino por el cual lo cultural transite esté permeado por otras dinámicas de  carácter universal. Por ejemplo, para materializar lo dicho por Vargas Llosa, a  cualquier estrella de Hollywood la conocemos en el mundo y aunque hace parte del  mundo del séptimo arte, del cine, de la cinematografía como estudio, compone otro  espectro aún más amplio que es el espectáculo.  
Y la globalización sí que se ha encargado de eso. Porque nos guste o no, las redes  sociales propician un mercado accesible por varios frentes que está relacionado con  la cultura misma. Desde la experiencia, puede ser, de ir a una obra de teatro y  querer registrarlo todo, fotografiarlo todo, un exceso de memoria por la tecnología  que nos invade hoy (eso que el escritor colombiano Santiago Gamboa resuelve en  algunas de sus novelas como la memoria que sobra). Lo que está ahí es el arte  como arte para el arte que es la obra de teatro, pero alrededor cohabitan  experiencias, dinámicas y procesos que en su mayoría son heredados de la  globalización o de las transformaciones mundiales de las cuales Held escribe.  
Así pues, la cultura se cuantifica a la categoría de cosa familiar, intercambiable,  monetaria, incluso cuando se piensa que es un terreno insalvable del capitalismo,  ahí está la globalización, invadiendo todos los terrenos, desde lo cultural, la cultura  o lo que no sabemos de ella.  
Cultura y cultural 
Ahora bien, esto no se limite exclusivamente a las empresas de alimentos o marcas  de carros ni mucho menos de tecnología, sino a las recientemente famosas 
Industrias Culturales o Economía Naranja, donde la noción de cultura vuelve a  relacionar, por supuesto, con el mundo de cultural, es decir, las artes, pero además  con el sector económico y más arriba con la posibilidad constante de globalización.  En este sentido, se evidencia que ahora en Colombia se tipifica en la ley, algunas  regulaciones en materia económica que uno podría reconocer en el texto de David  Held con ese fantasma que existe sobre la globalización, pero en el cual, dice él, se  pueden enlazar elementos mixtos o algo parecido.  
Qué mejor, entonces, el mundo cultural para experimentar con la mixtura entre el  mercado, la ley (y la política, de paso), la globalización y cultura. Por un lado, porque  ya existen las empresas e industrias culturales y porque la innovación desde todos  los frentes, insisto, se mezcla con el espíritu de lo universal. Por otro lado, porque  el escenario de lo literario, para poner un ejemplo de lo cultural, ya dejó de ser un  sentimiento localizado.  
Sin caer en lugares comunes podría decir el común denominador en el mundo es  pensar que todos los escritores colombianos escriben como García Márquez. Y, de  paso, que es una obligación escribir sobre el país de origen. Ahora sucede todo lo  contrario porque los escritores colombianos habitan en muchos países del mundo y  sus libros, gracias, sí, a sí mismos en primer lugar, llegan a cualquier país, también  lo hacen por la globalización del mercado.  
No solo en papel físico, libro impreso, en la librería, no, sino que en mercados como  Amazon u otras tiendas on line, la cultura se monetiza de muchas formas. Aquí es  donde retornamos al punto inicial y es preguntarnos bajo qué criterios debe hacerse  el tránsito de la cultura y lo cultural hacia la globalización. Sin embargo, eso ya  sucede y entonces cuando a nivel cultural, sin duda alguna, todo comenzó por el  fin. 
Referencias bibliográficas 
1. Vargas Llosa, M. La civilización del espectáculo. 2011. Debate: Madrid.  2. Strange, S. «La retirada del Estado». 1998.  
3. Strange, S. «Casino capitalism». 1996.  
4. Held, D. «Transformaciones globales». 2004. Aldea mundo.  5. La cultura: concepto y estudio. Tomado de: http://www.liceus.com/cgi bin/aco/ant/01001.asp
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