Los acontecimientos políticos, de derechos humanos y socioeconómico que se desarrollan en Venezuela obligan a un número creciente de niños, mujeres y hombres a irse a los países vecinos y más allá. Cada vez son más las personas que se ven obligadas a dejar el país en condiciones poco seguras para huir de la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales. Muchos llegan asustados, cansados y en extrema necesidad de asistencia. 

Un fenómeno similar ocurre al mismo tiempo que Europa vive la crisis en el Mediterráneo por las miles de personas que también se ven forzadas a abandonar sus países en África y Medio Oriente. Si a esto sumamos los problemas causados por la política de reformas migratorias en Estados Unidos a partir del ascenso de Donald Trump, podemos decir que, en general, el mundo vive un momento de crisis humanitaria por la migración. El proyecto busca develar algunas de las razones por la cuales son forzadas a dejar su país, en este caso, Venezuela. Existen muchas versiones sobre las causas de la migración, pero independientemente de ellas, nos interesa abordar su impacto en la población civil.

Es urgente atender este tema porque son miles de personas caminando, arriesgando su vida en las carreteras, atravesando lugares muy inhóspitos y peligrosos. Algunos han perdido la vida. La situación política venezolana es muy inestable y no se tiene claro hasta cuándo durará el éxodo migratorio, por lo que es urgente registrarlo y registrar la solidaridad como respuesta a algunos hechos de violencia xenófoba en los países receptores. Los caminantes y Carmela es un documental que habla sobre la migración de miles de personas de Venezuela hacia Ecuador y el resto de Latinoamérica, las dificultades para salir de su país, ya que la mayoría salen sin contar con cédula de identidad o pasaporte. Pero, sobretodo, rescata la solidaridad de las personas que en el camino les brindan una mano amiga: la respuesta desde la sociedad civil a esta crisis. Carmela, con 8 hijos de quienes cuidar y casi nulos recursos económicos, ha dedicado su vida a ayudar a quienes circulan por El Juncal, ubicado en el Valle del Chota, en la norteña provincia de Imbabura en Ecuador.