El fútbol y el barrio
Cómo olvidarse de aquellas canchitas de tierra y múltiples colores, de cemento o pasto, donde todos los niños del barrio se juntaban a jugar los partidos, de lunes a lunes. No importaba si tocaba estudiar o ir a donde la abuela, nada lo podía interrumpir. Cuantas tardes entregadas a este gran amor que nos acompañará hasta el final de nuestras vidas. Viene uno o viene el otro, barrio contra barrio, los equipos y los jugadores cambian con el tiempo, pero todo es por el honor o por la Coca Cola en botella, siempre hay un buen motivo para que haya acción. No importaba la cancha ni el lugar. Sólo la pelota.
Era simple y sencillo, tanto que cuando las piernas flaqueaban y se complicaban las cuentas del marcador alguien gritaba: Último gol gana, y todos respetábamos ese grito y recargábamos las energías para entregar lo que no teníamos en la búsqueda de ese ansiado gol que llegaba, para un lado o el otro, era la forma de ponerle fin a la tarde noche y la certeza al resultado.