El arte tiene un papel fundamental en este empeƱo por promover una revaluaciĆ³n del sistema capitalista para la descentralizaciĆ³n cognitiva del imaginario dominante a travĆ©s de una nueva relaciĆ³n con lo natural. Tanto el arte como la polĆtica son operaciones de reconfiguraciĆ³n de la experiencia comĆŗn de lo sensible (RanciĆØre, 2008, 65). El arte establece conflictos de forma retĆ³rica y actĆŗa como dispositivo para conectar con su exterioridad. El arte ahora bĆ”sicamente consiste en la producciĆ³n activista de dispositivos alternativos de generaciĆ³n de un dominio pĆŗblico polĆticamente no depotenciado; es decir, no debemos separar el arte de la vida. La obra de arte se convierte en un dispositivo, un mecanismo capaz de crear conflictos y discernir las diferencias de la totalidad. El papel que le corresponde al arte es tan importante como el de la polĆtica, pues supone una reconfiguraciĆ³n del orden establecido, un cuestionamiento de lo sensible. El fin del arte crĆtico es conducir al espectador a la anhelada emancipaciĆ³n que le permita enfrentarse con garantĆas a los dispositivos de control de una sociedad de consumo. Tanto la polĆtica del arte de RanciĆØre como la estĆ©tica relacional de Bourriaud buscan un mismo propĆ³sito: la autonomĆa del individuo en una sociedad en la que los poderes polĆticos, econĆ³micos o mediĆ”ticos imponen un control de sus mecanismos de subjetivaciĆ³n; ayudar a que ese individuo deje de ser un consumidor pasivo, o anestesiado como decĆamos al principio, de discursos, mercancĆas e ideologĆas para convertirse en un sujeto critico y autĆ³nomo. āĆse es el trabajo de la ficciĆ³nā (RanciĆØre, 2008, 66), el trabajo del arte; construir nuevos nexos, nuevos significados.
Agricultura urbana
Noemi Martin