Esta es la historia de un fracaso, de una promesa fallida. Cuando termine la carrera de Bellas Artes le prometí a mi madre que la llevaría a Nueva York. A día de hoy sigue esperando, pero ha recorrido gracias a muchas amigas y amigos los cuatro continentes en forma de pegatina.

Siempre me han fascinado las pegatinas callejeras y su capacidad para que los artistas lleguen a audiencias masivas de manera económica. 

Las pegatinas nos permiten compartir la obra de manera anónima y desafiar las normas del arte tradicional. Se han convertido en símbolos de la resistencia, la contracultura y la creatividad urbana. 

A lo largo de la historia, estas pegatinas han evolucionado y se han diversificado, lo que ha contribuido a su prominencia en la cultura contemporánea. Haz hueco OBEY ¡Es el turno de Toñi is my Homeboy!

El gran punto de partida en el diseño de "Toñi is my Homeboy", fue la pegatina de OBEY. Una de las pegatinas callejeras más famosas es la del artista Shepard Fairey, conocida como "Obey Giant". 

Fairey creó esta pegatina en 1989 como parte de un proyecto de arte callejero que se centraba en la manipulación de imágenes y la crítica social. El diseño muestra la cara del luchador de lucha libre André the Giant, con la palabra "OBEY" debajo, lo que plantea cuestiones sobre la propaganda y la obediencia. 

Shepard Fairey, se inspiró en la obra de arte "They Live" de John Carpenter, que aborda temas de manipulación y control de la mente.

Mi idea era que mi madre estuviese en todos los sitios del mundo. Algo parecido a las primeras firmas realizadas durante la Segunda Guerra Mundial.

Un grupo de soldados estadounidenses desplegados en Europa decidió dejar su marca en la historia de una manera inusual. En 1944, mientras las fuerzas aliadas avanzaban por territorio ocupado por los nazis, un grupo de soldados americanos se aventuró detrás de las líneas enemigas y dejó firmas y graffitis en lugares estratégicos. Utilizaron pintura y marcadores para dejar mensajes en alemán y francés, a menudo burlándose de Adolf Hitler y su régimen.

Estas acciones desconcertaron a Hitler y a sus fuerzas, quienes no podían entender cómo los soldados enemigos se habían infiltrado tan profundamente en su territorio. Además de causar confusión, estos graffitis aumentaron la moral de las tropas aliadas y se convirtieron en símbolos de resistencia contra la opresión nazi. 

Estas firmas y graffitis, aunque pequeñas en tamaño, tuvieron un impacto significativo en la psicología de la guerra y se convirtieron en un recordatorio de la determinación de los soldados aliados por liberar Europa de la ocupación nazi.