El mundo empresarial está siendo transformado por dos estilos distintivos de liderazgo: femenino y masculino. Mientras que el liderazgo femenino destaca por su empatía, capacidad social y habilidades de comunicación, también aporta una fuente inagotable de creatividad y flexibilidad.
En contraparte, el liderazgo masculino brilla con su foco en logros, dinamismo y capacidad para asumir riesgos. Es reconocido por su energía y su naturaleza orientada a la acción.
Si bien ambos estilos parecen contrastar en muchos aspectos, cuando se unen, pueden crear un equilibrio perfecto que beneficia a las organizaciones de manera exponencial.