Crimen, sicodelia y minifaldas: Un recorrido por el museo de la serie B en el Perú.
La historia del cine comercial ha sido formada por grandes producciones, taquilleras historias y repartos con figuras conocidas, pero paralelamente se ha ido forjando una no oficial. Esta no se caracteriza, particularmente, por presentar producciones millonarias o tener un reparto experimentado. Muy por el contrario, de bajo presupuesto e historias y repartos insólitos, el cine de serie B ha logrado, al igual que muchas de las producciones comerciales, forjar la cultura de la sociedad desde sus inicios. Auténticamente grosera, absurda y cercana al espectador, esta propuesta de cine encontró en nuestra realidad peruana una fuente inagotable de historias. Lamentablemente, su existencia ha pasado desapercibida para gran parte de la crítica o, simplemente, ha sido considerada como un intento fallido de hacer cine. Precisamente, los escritores Carlos Torres Rotondo (Lima, 1973) y José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976) demuestran con Crimen, psicodelia y minifaldas la validez de una propuesta estética de lo absurdo, presente en la esencia de cada uno de nosotros.