A la hora de pensar la resignicación de la obra nos detuvimos a reflexionar sobre el
contexto en el que el artista elaboró sus trabajos, en la temática que une a la mayoría
de sus pinturas, mujeres realizando quehaceres en la intimidad de sus hogares o en
conversación con sus parejas. En sus cuadros se denota la posición de la mujer en
aquella época, en la cual, la gura de la mujer estaba ligada exclusivamente al hogar
y anclada en ese espacio, petrificada. En el cuadro podemos observar cómo, a través

de los colores y la iluminación, la mujer pintada se mimetiza con su entorno, reforzan-
do la idea de pertenencia.

Nuestra idea consiste en demostrar lo antiguos que quedaron esos valores patriarca-
les, como la gura de la mujer, a través de la lucha, ha ido evolucionando cada día

más para desligarse de la única tarea doméstica. Por lo tanto, pensamos en trabajar
la resignicación sobre la idea de un personaje que lleva mucho tiempo en la misma
posición, una especie de estatua viviente cuyo espacio y cuerpo ha sido consumido
por el tiempo y la maleza de la naturaleza, por medio de la enredadera aferrándose a
su cuerpo desde la parte inferior implicando su imposibilidad para trasladarse. Una
estatua cansada de sostenerse y que a su vez ha dejado un espacio para regenerar
nueva vida. Para lograr ese efecto, decidimos darle más volumen a nuestra pieza,

tanto en la vestimenta con la sobreposición de capas de telas resquebrajadas y sucias, como en el espacio que la rodea, al incorporar las plantas, musgo y tierra.

Principalmente, las plantas, simbolizan el paso del tiempo, un espacio que ya está
deteriorado y descuidado, que ya no tiene el mismo valor, como ya no lo tiene la
burguesía, un espacio que se encuentra en proceso de regeneración para habitarlo
de otra forma. La existencia de un nuevo orden que deja en el olvido aquellos valores
y la constante demostración de los bienes económicos y materiales perfectos.