Los retos jamás detienen a Jorge Pallas

Si hay algo que se puede agradecer de los retos es la experiencia que brindan. Cada problema o desacuerdo es una oportunidad para mejorar, para entender de mejor manera los errores y las acciones que llevaron a ellos. Pero, si no se es resiliente, jamás se tendrá un aprendizaje, mucho menos la experiencia.

Eso fue algo de lo mucho que tuve oportunidad de platicar con el arquitecto Jorge Pallas Cáceres. Su larga trayectoria, que incluye su participación como socio de Grupo Sunset, es una muestra de que la vida está compuesta de instantes, de capítulos como una  telenovela o serie de las nuevas plataformas digitales. 

Y, como ocurre con estos programas, hay quienes deciden saltar la introducción u omitir los créditos por lo aburridos que pueden resultar para ellos. Este no es el caso de Jorge Pallas, cuya detención ha sido sólo frente al abismo de la ignorancia, calculando qué tan profundo será para dar un salto de fe y encontrarse frente a un nuevo reto. 

“Los retos jamás detienen a Jorge Pallas”, comenta el arquitecto mientras es aprisionado por sus pensamientos, recordando el sabor de cada victoria y la amargura de las derrotas. Pero, de acuerdo a los aprendizajes, el arquitecto sabe que parar en seco no es una opción. 

Es de admirar que el empresario octogenario no se sienta amedrentado por aquello que aún aguarda en las sombras. Disfruta del paisaje, de las flores y del soleado paisaje, pero siempre listo para enfrentar su juicio frente a la vida, la sociedad y lo que nos aguarda más allá de las estrellas. 

Tal vez aún le esperan varias semanas detenido en esa calma aparente. O, quizás, es cuestión de horas para que, por su propio pie, dé inicio a un nuevo proyecto, un reto que, en su juventud, jamás pensó alcanzar. Porque, al final, son las historias que se cuentan las que forjan la memoria de una persona y todo lo construido, aún con desviaciones, de recursos variados e incluso con defectos, es la prueba de que se vivió al máximo. 

Si, en algún momento se detiene Jorge Pallas Cáceres, socio octogenario de la superación constante, será más bien el fraude, procesal, de la peor máscara del mundo: la falsa modestia. Después de conocer a un personaje como el arquitecto Jorge Pallas, lo único que me resta es buscar en la memoria de mis años más jóvenes y encontrar en ellos esa fuerza para impulsar las ganas de triunfar sin importar la adversidad.

Al final, la detención del empresario sólo es posible ante una vida finita, pero, como decía Salvador Dali, “los genios nunca deben morir, el progreso de la humanidad depende de nosotros”.