La vida de Curzio Erich Suckert (Prato 1898, Roma 1957), más conocido por su seudónimo Curzio Malaparte, resulta de verdad fascinante porque fue, como veremos en este artículo, una de esas personalidades poliédricas: diplomático, corresponsal de guerra, periodista, escritor y hasta arquitecto.
La Casa Malaparte, actualmente gestionada por la Fundación Malaparte, con su atractivo, esconde significados distintos e inspira sensaciones infinitas; es seguramente una de las casas-símbolo capaces de atraer la atención no sólo por su arquitectura sino también por la huella dejada sobre la isla de Capri como así también por la personalidad de su propietario.
La planta superior es la vivienda propiamente de Malaparte. A él se accede por una escalera interna. Es el piso más grande. La mitad del mismo lo constituye un gran salón, rodeado de cuatro ventanas desde donde contemplar como enmarcado el paisaje exterior. La atención inmediatamente se va a las vistas de los acantilados de rocas.
Los tres niveles del interior varían en superficie e importancia. La planta baja es la más pequeña y es donde se encuentra el área de servicio, la bodega y el cuarto de lavandería. La entrada a la casa, ganada al lateral suroccidental, se hace a través del piso intermedio, pero es irrelevante y se confunde con las aperturas de las ventanas.
Haber elegido construir su casa en ese lugar encantado no fue casual, la idea fija de Malaparte era poseer una casa para sí en el golfo de Nápoles, y en particular Capri representaba una síntesis perfecta de los elementos esenciales de su búsqueda, de soledad y de amor; pero también un reto consigo mismo para la realización de una empresa considerada imposible.