Actualmente, es posible descubrir aspectos de la personalidad de una persona con un simple vistazo a su perfil, sus comentarios o las fotos que publica en las redes sociales; sin duda, la conformación de esta identidad es la representación virtual de uno mismo en el espacio de Internet construida a partir de la propia actividad en cada red y, ésta, a su vez está ineludiblemente ligada al desarrollo de habilidades tecnológicas, informacionales y una actitud activa, participativa, abierta y colaborativa.

Los nuevos dispositivos se integran de diferentes códigos y lenguajes que nos permiten llevar a cabo tareas que nosotros mismos no alcanzamos a concebir en su totalidad, pero que, sin embargo, no por ello perdemos la oportunidad de participar e intervenir, generando nuevas formas y expresiones culturales que convierten la información en el motor fundamental del desarrollo, sin embargo, para que esto suceda es necesario aprender a distanciarnos del medio y entender sus efectos para obtener usuarios lúcidos ya que, no porque se realice de manera inconsciente la injerencia en los nuevos medios, es por ello menos importante.

Aunque el proceso de comunicación del nuevo siglo se centra mayoritariamente en lo audiovisual, no lo hace como recurso tecnológico, sino más como forma diferenciada de expresión. Si bien, el hombre aún no puede ver los alcances de lo que realiza cuando a través de los dispositivos virtuales desatiende las antiguas expresiones de la cultura, no por ello significa que no está haciendo cultura también.